martes, 18 de agosto de 2015

El soundtrack del primer día de clases


Aporte de Jorge García


Amo la música, concuerdo con Friedrich Nietzsche cuando dice que “sin música la vida sería un error”. Vivo la vida dibujando cada escena como cineasta y pensando cual sería el mejor soundtrack para cada momento.


A pesar de mi amor por la música, he de confesar que carezco de ritmo, oído y habilidad para tocar cualquier tipo de instrumento. La conciencia de dicha carencia ha estado conmigo desde muy pequeño, me adapté, lo acepté e, inicialmente, ni siquiera me atreví a intentarlo. Sin embargo algo importante sucedió a mis 9 años de edad en segundo grado primaria.

Lo recuerdo con claridad: Un maestro de vocación, un músico apasionado que disfrutaba el arte de enseñar. Despertó en mí el deseo de aprender, era tanta su pasión y energía que poco a poco me contagió y enamoró de la música de la misma manera en que lo estaba él.

Cuando llegó el momento aprender la historia y biografía de los grandes de la música clásica, nos hizo vivir su vida. Nos tomó de la mano y contó la historia de forma tan clara y detallada que al escucharlo sentía que lo estaba viviendo.  Fui testigo de cómo Mozart escribió su propio Requiem, cómo Bach quedó huérfano a sus 10 años y la trágica agonía de Beethoven, quien poco a poco fue quedando sordo. Casi 40 niños de la misma edad en un aula hipnotizados, y él: tal cual el flautista de Hamelin.

Al momento de tener que aprender de los instrumentos, los llevaba físicamente e interpretaba algo con ellos, de esa forma aprendimos a apreciar la belleza de las diferencias y entendimos como y porque cada instrumento es importante e impresindible en una orquesta. En fin, el aprendizaje era profundo, vivencial, casi mágico. Y ahí, en ese momento fue cuando por primera vez surgió en mí la idea de ser maestro.

Hoy, 22 años después, puedo decir por fin: Misión cumplida.

Evidentemente no fue como Maestro de Música, aunque francamente lo intenté todo: flauta, piano, guitarra; sin embargo mi vocación era otra. Hace apenas una semana tuve la oportunidad de iniciar mi carrera como Docente en la Maestría en Administración de Recursos Humanos, en la Universidad San Carlos de Guatemala.

Fue a los 18 años, en mi primer día de Universidad, caminando en la madrugada hacia la parada del bus cuando pude ver por primera vez  y con total claridad mi objetivo en la vida: Cambiar el mundo, con todas las limitaciones que una persona puede tener, sin aires de prepotencia o superioridad, entendí y escogí que esa era la estrella que guiaría mis pasos. Se convirtió en mi compromiso con el mundo. Me queda claro que la única forma en que una persona puede comprometerse y realmente hacer algo por cambiar el mundo, es sintiéndose capaz y responsable de hacerlo.


Hoy con un nuevo sueño alcanzado, la oportunidad de ser docente, me enfrento al reto y responsabilidad de formar y profundizar en el aprendizaje de los actuales profesionales, que en el futuro cambiarán el país.

El primer día de clases no fue muy distinto al de hace unos años cuando entré al kínder. Me levanté sin necesidad de la alarma, elegí cuidadosamente mi atuendo, deje listo mi material y herramientas el día anterior. Llegué con una hora de anticipación, tuve oportunidad de preparar mi material, probar el equipo audiovisual y vivir la contraparte del inicio de clases de un estudiante universitario. La única diferencia, es ese vacío e invisible peso sobre mi espalda. La conciencia y entendimiento total del impacto de mi trabajo en la vida de los estudiantes, a muchos puede asustarles, en mi caso amo la oportunidad que me da la vida de llegar a las personas, y poco a poco acortar el trayecto hacia mi estrella: cambiando el mundo.

Felix Azurdia, espero que un día mis estudiantes me recuerden como yo a él. Ese Maestro de música que inspiró de tal manera a sus alumnos, que sin necesidad de obligarlos asistían a conciertos del  coro nacional, sinfónica y marimba en el teatro de bellas artes... niños de 9 años.

- ¿El soundtrack del primer dia? Pues seguramente sonaría algo asi:

One Day, Matisyahu

Feliz inicio de Clases!

Aporte de Jorge García