lunes, 25 de mayo de 2015

“…Cambiar el mundo, amigo Sancho, que no es locura ni utopía… ¡Si no justicia!...”





Aporte de Jorge Garcia

De forma contundente y sin lugar a excusas Don Quijote nos impulsa a actuar. Con o sin una certera percepción de la realidad, con o sin ejercito a quien dirigir, con o sin algo que perder. Pero si con una razón para hacerlo. La palabra medular en este enunciado: Actuar.

Y es que poco importa nuestra edad, profesión, motivo, experiencia, género o posición social. Todos tenemos la posibilidad de cambiar el mundo. Muchos lo han hecho, han tomado ventaja de sus manos más que de su propia voz, y han puesto manos a la obra. El legado positivo y sustentable de una persona al mundo, a la vida, a lo nuevo, al mañana, debiese ser algo así como un requisito para poder partir de esta tierra que nos vio nacer.

A pesar que se pueda pensar lo contrario, lo más significativo de esta valiente decisión de hacer algo, no son los resultados per se, sino el cambio y crecimiento personal durante el proceso de intentarlo. La transformación de la persona que fui, a la persona que soy y sueño con ser. No hay duda, el verdadero cambio inicia por dentro, el verdadero cambio sucede por dentro. La trillada frase de cambiar el mundo no es más que cambiarme a mí mismo: Conocerme, aceptarme, retarme y aprender. Inherente a este proceso es el impacto que tenemos en la vida de los demás.




El hacernos responsables de la realidad en que vivimos, tomar las riendas de situaciones sobre las que creemos no tener control y encontrar la manera de ayudar, es lo que nos hará diferentes. La humildad para reconocer nuestras limitaciones y equivocarnos, la voluntad y persistencia para actuar aunque la cuesta se empine con cada paso, el “hacer oídos sordos” a palabras que no edifiquen sino, al contrario, destruyan. Es la mejor proyección de éxito en la nueva propuesta de cambio.

Sabremos que hemos alcanzado nuestra meta al fracasar en un proyecto y no darnos por vencidos para seguir intentándolo una, otra y otra vez más. Cuando nos sigamos atreviendo a soñar a pesar de ver como la realidad se encarga de destrozar cínicamente nuestros sueños... sabremos que hemos alcanzado nuestra meta cuando desinteresadamente tomemos la arriesgada decisión de hacer algo, de involucrarnos, exponer el corazón sin temor a lo que pueda pasar... una y otra vez... con apertura para aprender y la fuerza suficiente para ser feliz sin importar que... el resto vendrá por añadidura.


Recuerda que en algún momento los triunfadores fueron perdedores. La diferencia es que cuando perdieron no se dieron por vencidos.

"Amo mi profesión y la vida que he construido… sin ninguna duda o temor puedo decir que soy feliz”

Jorge García